• Lee el siguiente texto y realiza la actividad planteada:
El ángel de la guarda
Leonor Bravo
El niño no tenía pelota ni amigos. El niño estaba sentado en una silla de ruedas
todo el día. Había sufrido un accidente y ahora esperaba una operación que le
ayudaría a volver a caminar. Hasta tanto no salía ni iba a la escuela, porque
temía que los otros niños se burlaran de él; y sí, algunos se habían burlado, pero
otros no.
El niño sabía de fútbol, porque su madre cuando iba a limpiar las casas de otras
personas lo dejaba con la televisión prendida y veía todos los partidos, y porque
antes de que tuviera el accidente jugaba al fútbol con sus amigos del barrio. A
la madre le solían regalar algunas cosas en los lugares en los que trabajaba,
pero sobre todo papel que ella guardaba para vender, cuando tuviera mucho,
por unos pocos dólares. Con tres periódicos completos bien amarrados con
piola, el niño había hecho una pelota y se pasaba todo el tiempo que su mamá
no estaba en la casa empujando la silla de un lado para otro, en el pequeño
cuarto en que vivían, detrás de la pelota.
A la madre, cansada del trabajo, le molestaba el ruido; por eso, cuando ella estaba en
casa, jugaba al futbolín sobre la mesa en la que comían. Con papel, palos de helados,
goma y los colores del año pasado el niño había hecho los jugadores, eso sí, de verdad,
pues había recortado los retratos de cada uno de los periódicos de deportes. No siempre
los cuerpos correspondían a las caras y a veces se veían chistosos. El juego, que tenía
hasta público hecho con la misma técnica de los jugadores, era siempre el mismo: la selección nacional contra España, pues a ese país se había ido su papá cuando él era un bebé,
y todavía no regresaba. A veces, cuando no estaba muy cansada, la mamá jugaba con él,
y los dos gritaban los goles a voz en cuello. Él, los de la selección nacional, y ella, los de
España, que era siempre menos, porque la selección nacional del niño era tan buena que
ganaba siempre.
Su jugador favorito era el Chucho Benítez, del que había hecho un retrato copiado de una
foto de periódico, ya que se había muerto y él había visto el velorio y el entierro por la televisión. Sin embargo, seguía jugando en su equipo porque el presidente había dicho que los
grandes jugadores nunca mueren. Casi siempre era el Chucho quien más goles hacía. El
niño había oído que cuando la gente muere y ha sido buena en la vida, se hace angelito, y
que cuando ha sido mala, se vuelve demonio. Por eso estaba seguro que el Chucho se
había hecho angelito.
—Mami —dijo un día el niño—, desde ahora mi ángel de la guarda es el Chucho Benítez.
Ella solo sonrió y siguió lavando la ropa, porque cuando las mamás están muy cansadas
casi no escuchan lo que dicen sus hijos.
Tener de ángel de la guarda al delantero del equipo de la selección nacional es algo que
puede hacer feliz a cualquiera, y más a él que le tenía una lista de pedidos:
-Operarse pronto para hacerse delantero de la selección nacional.
-Hacerse pintor para hacer los retratos de toda la selección nacional.
-Que la mamá se encuentre un árbol de billetes para que no tenga que salir a trabajar.
-Que el papá regrese pronto de España.
Por las noches, soñaba que el Chucho le contaba cosas de su vida. Ambos se reían
cuando él recordaba cómo había roto toda la vajilla de su abuela a punta de pelotazos y
cómo sus goles siempre iban a parar en el cuerpo de los pobres pollos del negocio de su
abuela, a los que se tenían que comer antes de que se enfermaran de tanto golpe. Y a
veces lloraban juntos cuando pensaba que a los dos los habían dejado solos sus papás.
El niño entró a la operación muy de mañana, pero antes, por la noche, le había pedido a su
ángel de la guarda, que lo cuidara para que todo saliera bien, porque ya había oído decir al
médico que era una intervención peligrosa. La cirugía duró muchas horas, pero el niño no
se dio cuenta de nada. Se durmió con algo que le dieron los médicos para que no le
doliera. Soñó que caminaba, también saltaba, hasta que llegó a un camino de nubes. Allí,
sonreído, como siempre, estaba el Chucho con el uniforme de la selección y el 11 en su
espalda…
Actividad: El ángel de la guarda
Piensa en tu deporte favorito. Escoge al deportista o a la deportista que más te
gusta para que haga las veces de ángel guardián del protagonista o de la protagonista de tu historia. Tú podrías ser el protagonista, pero ten presente que tu personaje o tú, en la historia, tendrá una operación de vida o muerte. Cuéntanos por
qué es tan importante el ángel de la guarda para tu protagonista y haz que se
encuentren antes de la cirugía. Tú decides si se salva o no.
• Encuentra esta lectura en el texto escolar de Estudios Sociales de sexto
grado.
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